CONFESIONES
- Comunitárias: Adviento, cuaresma y viernes de Mayo.
- Individuales: Siempre que lo soliciten en el despacho o la sacristia.
AYUDA para prepararse:
El Sacramento de la reconciliación, o de la Penitencia, es un encuentro especial con Dios y una experiencia de su misericordia y su perdón. Para su celebración se exige una preparación personal, a la luz de la fe, y una toma de conciencia:
- de nuestra condición de pecadores, reconociendo los propios pecados,
- de la llamada de Dios a la conversión y arrepentimiento de los mismos,
- de la necesidad de un propósito de ser fieles a Dios y evitar el pecado con su ayuda.
Los pecados no son solo una serie de actos contrarios a Dios, sino también y principalmente la manifestación de unas actitudes interiores que inspiran y motivan estos actos. Son también nuestra complicidad con el Mal de nuestro mundo: incredulidad, indiferencia, egoísmo, violencia, erotismo, desprecio de los débiles, racismo, olvido de los pobre, afán y despilfarro del dinero, espíritu de dominio.
Todo pecado, además de ser una falta indicidual, tiene una repercusión social y comunitaria. Es ofensa a Dios y a la Iglesia, cuerpo de Cristo del que todos somos miembros.
El sacerdote, ministro del sacramento, nos concede el perdón en nombre de Dios y de la Iglesia. De esa manera, se manifiesta sensiblemente el perdón (como el abrazo del padre).